Autorretrato: Performance de un migrante


NOV. 01 AL 13 DIC. 2018
Pieza de Elías Kury
Por Luis Frías Leal




Durante las últimas semanas me ha tocado colaborar en el proyecto "Autorretrato: performance de un migrante" del artista Elías Kurry radicado en Torreón, Coah. Realizado con el apoyo del FORCAN y CONARTE. En dicho proyecto, aprovechando la condición de artista que visita una ciudad para realizar una residencia artística, Elías asume el papel de un migrante para acercarse y conocer la condición de los migrantes sudamericanos y mexicanos en su paso por Monterrey. Estos acercamientos se basan en el diálogo y compartir actividades en primera instancia de los migrantes y en segunda un acercamiento a las instituciones culturales. Elías visita las casas de migrantes para charlar con los migrantes dispuestos, recorren la ciudad, comen, buscan trabajo, simplemente dialogan sobre sus realidades. Estas conversaciones son grabadas para crear un documental principalmente por los migrantes mismos, otorgando voz la mirada no solo del artista, sino también a los que tan bondadosamente deciden platicar con él.

Al par de estas actividades se planeó una visita a la casa de migrantes Parroquia Santa María Goretti por medio de la Asociación Civil Zihuame Mochila para dar una charla sobre sexualidad y repartir kits informativos con preservativos y folletos. También se desarrolló una actividad en el Centro de las Artes de Nuevo León, en el que se buscaba el utilizar y arte y las exposiciones como un vehículo de dialogo. Lo cual me parece una actividad muy acertada como artista y educador, poder concebir el arte más que como un objeto, como un punto de reunión, una acción, un hacer para no solo investigar y enunciar nuestra realidad, sino también para transformarla. Con el apoyo el equipo de Servicio Educativos del centro, realizamos una visita y recorrido a la exposición Aldo Chaparro MTY 1998 – 2018 Lat. 25º 40′ Long. 100º 19′ junto a 9 migrantes. La exposición que visitamos fue sugerida por el personal del museo. Previo al recorrido informamos a los migrantes que el objetivo de la visita al museo era ver si la experiencia de la visita nos ofrecía oportunidades de otras formas de diálogo. Crear narraciones de vida. Al iniciar la actividad, el equipo de Servicios Educativos del museo realizó un ejercicio de introducción y sensibilización por medio de asociación, en el cual platicamos a cerca de nuestras historias de vida a partir de una serie de fotografías de automóviles en diferentes situaciones. Se llevó a cabo el recorrido para darnos una introducción y contexto a la obra expuesta, sin embargo no era nuestro objetivo que los migrantes se hicieran "expertos" a cerca del artista o el arte contemporáneo, sino ver qué cosas podían ser cruces de información, o simplemente llamarles la atención. A la mayoría de los migrantes les interesaron las piezas que tenían que ver con el trabajo o proceso y las que podían representarles una imagen de asíración, como llegar a un lugar. Después del recorrido realizamos un taller de cartografías de vida, en el que a partir de reconocer y compartir temas como nuestros gustos, recuerdos, y motivaciones intentamos visualizar puentes de encuentro y divergencia entre personas de diferentes culturas y contextos. A los migrantes se les pagó el día laboral. Compartimos una comida con personal de la institución. 

La segunda parte del ejercicio consistía en que al siguiente día, los migrantes nos volvieran a acompañar al museo y realizaran ellos recorridos con visitantes y contaran su experiencia, tanto en el museo como en el tránsito desde sus países y sus contextos. Para esto diseñamos actividad tipo recorrido (a partir de la experiencia del día anterior) y la intervención de un juego de mesa por Elías, que nos permitiría otro tipo de interacción. El segundo día nos acompañaron 10 migrantes (9 adultos y 1 niño), de los cuales solo 4 había ido a la visita anterior por lo que tuvimos que modificar ligeramente las actividades (esto responde a la realidad del migrante que está en tránsito, algunos de los compañeros que participaron con nosotros el primer día ya se había ido o eligieron responder a otras invitaciones de trabajo). Como se recibió a un grupo masivo de estudiantes de secundaria, decidimos que algunos de los migrantes que ya habían estado en la actividad realizaran el juego con pequeños grupos de los visitantes, mientras que los que no habían visitado la exposición, recorrieran la misma una vez más con apoyo de Servicios Educativos del museo. En una segunda etapa, los cuatro compañeros que habían realizado todas las actividades ofrecieron un recorrido de la exposición a personal del museo, totalmente diseñado y llevado a cabo por ellos a partir de la invitación a elegir una pieza que les hubiera despertado algún deseo de comentar algo. Cada migrante terminó por elegir dos obras, resultando en un ejercicio de mucho diálogo, preguntas sobre las realidades de las ciudades de origen y de las motivaciones a migrar. Volvimos a repetir una tanda del juego, ahora con todos los migrantes y un segundo grupo de personal del museo y un pequeño recorrido a petición misma del museo y los mismos migrantes. Cerramos la actividad con una comida grupal de la cual cabe mencionar, se agregaron más personas del museo a nuestra mesa.  Posteriormente se realizó una mesa de diálogo en la que participaron 3 migrantes, Elmer Mejía, Sarahí Juarez  y José Pablo, junto a los artistas y activistas locales Damian Ontiveros, Román Castañeda del Colectivo Nuevo norte y el que escribe con el tema del artista como etnógrafo, en la que realmente la charla se enfocó en formas de reconocer nuestras situaciones humanas y comentarlas. Como por ejemplo la aceptación o rechazo de los mexicanos hacia los centro americanos, los conflictos laborales, la complicación en realmente ver al otro sin discriminarlo. Como cierre de la investigación de Elías realizaremos una visita con migrantes al Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, también para llevar a cabo un recorrido, talleres de narración e historias de vida y entablar un pequeño diálogo con colaboradores del museo, así como una mesa de diálogo final en la que Kury presentará avances el documental final del proyecto y su proceso de trabajo el día 13 de diciembre en la Cineteca del Centro de las Artes de Nuevo León, a las 6 de la tarde.

Durante la primer mesa de diálogo, una de las personas del público señalaba la importancia de contar nuestras historias, de hacerlas visibles. Con lo cual estoy totalmente de acuerdo, no podeos pronosticar el impacto de estas actividades sobre los migrantes que participaron (la mayoría jamás había visitado un museo antes), o las comunidades de personas cercanas a los museos que pudieron platicar con ellos, o el alcance que pueda tener el documental sobre una comunidad más amplia, pero si puedo mencionar que el compartir estos días creó un lazo afectivo difícil de no atender. Una necesidad por comunicar y participar con una realidad latente en nuestro entorno. No solo ellos están migrando, pero los mexicanos llevamos muchos años encontrando la misma peligrosa y dolorosa necesidad, de abandonar tu hogar en búsqueda de otras oportunidades. ¿Cuál es la realidad de nuestros países que genera esto? Me gustaría señalar que en los días que Elías trabajó con los migrantes en recorridos por la ciudad, logró conseguir trabajo estable para 15 de ellos. Sin embargo, tampoco quiero inferir que ese es el logro de este proyecto, pues la posibilidad del arte como medio para afectar las prácticas culturales sucedieron también de otras formas y dimensiones. Como el hecho de poder reconocer el museo como un espacio libre de encuentro, en el que se trabaje y dialogue con otros recursos aparentemente imposibles para otras instituciones. Estoy convencido que los diálogos y encuentros generados en estas semanas tendrán gran repercusión en la visión de los que tuvimos la oportunidad de participar en ellas, y nuestros circuitos cercanos. Yo mismo he de decir que he sentido la urgencia de compartir la experiencia a todos mis conocidos.

En este ejercicio de diálogo logramos reconocer algunas realidades quizás ya conocidas, como la falta de trabajo, pobreza y condiciones violentas que afectan a los países centro y latinoamericanos, pero también situaciones específicas de los migrantes. Las verdaderas necesidades de migrar de personas reales. Al par nos comentaron que aunque muchos mexicanos han sido afectuosos y los han ayudado en su paso, hay temor hacia la policía que puede ser muy abusiva. Que en las mismas casas de migrantes suelen condicionarles el apoyo a actividades como participar en ritos religiosos, o ejercicios de poder infringidos por las mismas personas que trabajan en casas. Algunos migrantes nos comentaron su deseo por quedarse en Monterrey aunque sea por un momento, mientras logran trabajar para reunir más recursos y seguir su viaje. Que aunque hay personas que les ofrecen trabajo, muchos buscan aprovecharse de ellos y pagarles menos de los ya bajos salarios nacionales (así como ha sido la queja de migrantes nacionales en estados unidos). Algunos migrantes son de campo, otros de ciudades, a algunos les gusta entrenar caballos, o dirigir un equipo de futbol, unos están intentando enviar dinero a sus familias como José Tello quien nos comentó que su hija cumplía años el día que realizamos la actividad en el museo. Algunos migrantes hablan de política, otros prefieren no hablar. Algunos saben oficios, otros no saben escribir. Algunos quien alcanzar familiares o compañeros de viaje que ya llegaron a Estados Unidos, otros cuentan de varios que se han ido quedando en el camino. Algunos son optimistas y otros se sienten ya cansados. La mayoría simplemente quiere trabajar y tener mejor calidad de vida. Poder tener una vida.

Cuando era niño mi mamá y yo nos fuimos a vivir a USA para que ella estudiara su maestría. Fue una experiencia muy reveladora para mí en parte porque como éramos nuevos en una ciudad, pasaba mucho tiempo en la escuela con ella y pude aprender y trabajar muchos materiales y técnicas de creación artística, pero lo que realmente recuerdo y me marcó de ese tiempo fue el que en esa universidad había mucha aceptación para alumnos extranjeros. Pude conocer además de colegas de mi mamá americanos, a hindús, japoneses, coreanos y otros mexicanos. La universidad tenía muchos programas de integración, en los que voluntarios americanos participaban con los alumnos foráneos en reuniones, fiestas, o simplemente ofreciendo lazos de amistad. Quizás a todos nos unía el interés por el arte, pero fue muy revelador crecer reconociendo tanta diversidad de personas que buscaban formas para convivir juntos. Al par, yo estudiaba los últimos años de primaria después secundaria mientras mi mamá terminaba su doctorado. En esos años tuve experiencias muy interesantes para el descubrimiento de la diversidad, humanidad y modos de pensar. Como el que en mi primer día de escuela en USA hice un amigo Vincent, que inmediatamente me invitó a su casa, su mamá y abuelos me recibieron inmediatamente y se convirtieron en una familia de gran apoyo para nosotros. Los niños también discriminan, pero no necesariamente por el color de la piel. Tenía más que ver con los grupos de convivencia, por ejemplo la música, los deportistas, los ricos, los pobres, los nerds. Recuerdo que hice un amigo que vivía en los mismos departamentos que yo, Greg, el también era nuevo en la ciudad aunque americano. Un día entre nuestros juegos me llamó "wetback", yo no sabía exactamente qué significaba aunque intuía que era malo, pero no sentí que el intentaba ofenderme. Le comenté a mi mamá y ella me explicó que era ofensivo y que no permitiera que me llamarán así, además que nuestra situación migratoria era legal. Yo le comenté a mi amigo y entendí que él no sabía lo que significaba, sino que repetía algo que su papá decía al saber que su hijo tenía un amigo mexicano. Aunque parezca complejo, entendí que hay realidades que podemos repetir sin entender porqué las repetimos. En la secundaria me comencé a juntar con los roqueros, en su mayoría eran blancos, recuerdo que solo había un chico afroamericano y yo "diferentes", pero la música nos representaba como personas que de alguna forma buscábamos algún tipo de libertad y nos hacía grupo. Me hice muy cercano de un chico blanco y pasábamos mucho tiempo en su casa, Nolan. Recuerdo que en un inicio su hermana mayor me rechazaba, incluso hacía comentarios negativos a cerca de los mexicanos, sin embargo en la convivencia se creaba cariño. Tiempo después supe que más que estar negada a los mexicanos su realidad era que había tenido un novio mexicano que la trató mal. Su rechazo era un mecanismo de defensa que se comenzaba a menguar al conocernos. Entiendo que la convivencia, los espacios afectivos, subjetivos nos ayudan a visualizar las grietas de nuestro pensamiento. Nos llevan a cuestionar lo que supuestamente sabemos, la forma que el pensamiento afecta nuestra realidad. En este sentido siento una gran herramienta en el arte para ayudarnos a articular y desarticular nuestro pensamiento.

Eso hace el arte. El arte es un experimento, dice Margaret Livingstone. Adrian Piper dice que el arte es un catalizador de transformación social. Duchamp decía que el arte no se trata acerca de sí mismo, sino de la atención que logramos generar alrededor del arte. Yo creo que el arte es una forma de conocimiento. Una espacio de ejercicio emocional y subjetivo que nos permite investigar y transformar nuestra realidad. Visualizar los modos de pensar y ejercicios de poder que dominan en nuestra sensación de realidad y la posibilidad de desestabilizarla, transformarla, construirla otra, de tal forma que podamos compartir con otros nuestros descubrimientos. Cuando regresé a vivir a México, yo había cambiado, tenía otros códigos sociales y modos de ver, al igual que mi país había cambiado. Era necesario entrar a un nuevo proceso de reconocimiento y traducción. Yo no sé si los migrantes que participaron en el proyecto alguna vez deseen volver a visitar un museo. Pero si creo que tendrán la certeza de que mínimo en un momento de su viaje, hubo quién quiso escucharlos, tratarlos como compañeros, amigos, iguales.


















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